Dalia Ramírez
Andrea Jiménez
Refugio
Un espacio para resguardarse de la guerra, mientras alguien espera poder volver sin miedo a casa.
¿A dónde corremos cuando tenemos miedo? Cuando en medio de la incertidumbre interna o externa, brutal y caótica necesitamos sentirnos ‘a salvo’.
¿Corremos a un lugar? ¿Corremos a alguien más? ¿Corremos hacia nosotrxs?
El otro día pensaba, que la vulnerabilidad siempre es incierta y por ello los espacios seguros aveces me parecen una fantasía, una necesidad ‘ficticia’ de mantener algo que algunas veces yo he logrado sentir:
…”que nada malo me pasará, al menos a mí”…
y que en realidad esconde un…
“que nada malo le pase a nadie más, nunca.”
Yo me refugio constantemente en ese pensamiento, ahí me resguardo de mi propio fatalismo. Pero sé, que aquel refugio, espacio, lugar o sentir no es ni absoluto, ni permanente, ni mucho menos constante…ni siquiera para mí que tengo muchos de estos a donde correr cuando mis miedos me someten.
Pues, para llamarse refugio dos cosas indudables ha de contener: 1. Lo inevitable de su impermanencia 2. La certeza que fuera de él no estamos a salvo
La presuposición que deba existir un miedo tan despiadado del que se huye para que exista un lugar donde sanar o sentirse a medias a salvo puede parecer y posiblemente es desalentador. Pero ahí, donde hay personas destilando y huyendo de los mismos miedos, un refugio casi que con nada puede convertirse en sembradío de afinidad y resistencia. Su condición impermanente se torna duradera; ahora, ya no es un lugar donde esperar una tormenta que nunca pasa, pero sí un forma de más o menos resistir a ella…
He aprendido pues, que todos los refugios que he encontrado en mí, en otras personas e incluso el que yo misma he encarnado para alguien más, están con unas ganas incesantes de esa transformación. Que sin más, me hacen creer que hay una posibilidad alterfuturística en donde los temores no son tan aterradores para hacernos correr lejos de ellos, y la palabra refugio ha perdido el total sentido de su existir…
¿A dónde corremos cuando no tenemos miedo? Cuando en medio de la incertidumbre interna o externa, brutal y caótica nos sentimos ‘a salvo’.
¿Corremos a un lugar? ¿Corremos a alguien más? ¿Corremos hacia nosotrxs?
Yariela Ortiz
Ceci Ramírez
Ariadna Burgueño
Las palabras siempre sirven para expresar esas emociones que nos acechan día y noche. Con ellas podemos contar historias, podemos enamorar, ilusionar, protestar e incluso atemorizar. Existen cientos de ellas por leer, y otras muchas, por escribir… unas larguísimas y elegantes, otras cortas y decisivas. Pero cada una, poderosísima.
Para mi las palabras son ese refugio en el que me siento a salvo, en el que me siento yo y en el que puedo ser libre.
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